Rodeado de un frondoso bosque se levantaba un antiguo palacio de caza que más tarde el rey Juan II, convirtió en un monasterio de monjes cartujos. La reina Isabel la Católica lo transformó para trasladar allí los restos mortales de sus padres Juan II e Isabel de Portugal y de su hermano el infante Alfonso.
Ambos sepulcros forman uno de los conjuntos funerarios más curiosos y extraordinarios de la escultura gótica en Europa. A esto hay que añadir el magnífico retablo que preside la iglesia, obra de Gil de Siloé. Esta es una de las obras más representativas de la escultura gótica hispana, tanto por su originalidad en la composición como por su iconografía, calidad de la talla y policromía.
En la visita a la Cartuja también se puede ver una pequeña exposición con algunas de las piezas más importantes del monasterio, como la Anunciación de Pedro Berruguete o la Elevación de la Cruz de Joaquín Sorolla.
Sabias que… Se dice que el retablo mayor fue policromado y dorado con el oro que Cristobal Colón trajo de su segundo viaje a las Indias.