Este autómata situado en la Catedral de Burgos, se ha convertido a lo largo de la historia en uno de los elementos más emblemáticos y curiosos de la cultura burgalesa. A cada hora en punto, el Papamoscas mueve su brazo, que a su vez acciona el badajo de una campana tantas veces como horas sean mientras abre la boca, de ahí su nombre. Es por esto que el momento perfecto para verlo en acción es el mediodía. La figura data del siglo XVIII, y sustituyó a un autómata anterior.
A su lado se encuentra el Martinillo, esta pequeña figura marca los cuartos moviendo los dos brazos y tocando dos pequeñas campanas.
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