Junto al Hospital del Rey se levanta la ermita de San Amaro, donde la tradición dice que está enterrado este santo, que dedicó su vida al cuidado y a la asistencia de los peregrinos jacobeos. En el centro de la ermita se encuentra un sarcófago sobre el que aparece un bulto yacente del santo. En el presbiterio destaca un retablo neogótico de 1907. Hasta hace poco tiempo este espacio estaba cuajado de exvotos, signo del agradecimiento de las gentes por la presunta intervención milagrosa de San Amaro.